¡Cayó La Gran Babilonia!

Se Hace La Luz en la Gran Babilonia



Después de esto, vi bajar del cielo a otro ángel, que tenía
gran poder, y la tierra quedó iluminada con su resplandor
(Ap.18, 1).

El
gran poder que tiene el ángel es la Luz de Dios que ilumina a
todos, pues toda la
tierra quedó iluminada. Ya todos entenderán en verdad lo
que es la Iglesia de Dios, que
no podrá nunca ser destruida (Mt.16,18).
Las verdades que habían sustentado a
la Gran Babilonia, porque ella así las
había pensado y así las había dado, ya no se sostienen. Y la
gente va viendo la Verdad de Dios,
que nos llama a que lo busquemos a Él en nuestro
corazón, porque ahí Él vive. Dios siempre ha elegido y elige
al que ha de ser instrumento de
la Verdad
en medio de su
pueblo, porque ningún hombre posee
la Verdad.
Esta Luz poderosa hace caer a
la Gran Babilonia. Entonces todos
vuelven directamente sus ojos a Dios. En las religiones
entenderán que lo único que puede ayudar a los hermanos es
guiar a cada uno a su aposento para que busque directamente
a Dios, y sea Él su Maestro, Cristo, que lo salva. Ésa es
la tierra que quedó
iluminada con su resplandor. Ya estaba escrito, y hoy se
nos aclara esta verdad que proclama el ángel:
Gritó
con potente voz diciendo: “¡Cayó, cayó
la Gran Babilonia!
Se ha convertido en morada de demonios, en guarida de
toda clase de espíritus inmundos, en guarida de toda clase
de aves inmundas y detestables…
(Ap.18, 2).
Es la Luz que trae el ángel lo que
hace que toda la tierra vea y que caiga la
“Ramera”,
la Gran Babilonia.
No es el enemigo, sino
la Luz
de Dios que toca los corazones. Todos ven claro el Camino
que nos lleva a la salvación.
¡Cayó, Cayó
la Gran Babilonia!
La corrupción llegará a tanto antes de su caída definitiva
que se dice: Se ha convertido en morada de demonios, en
guarida de toda clase de espíritus
inmundos, en guarida de toda clase de aves inmundas y
detestables.
La lucha sin limitación de aquéllos que no ven, y que los
hace pecar más aún
porque no se dan cuenta de que la caída de la “Ramera”, de
“sus verdades” es obra de Dios, que es la Luz la que ha iluminado las tinieblas.
Y ahí se unen a ella “todos los que no están inscritos en el
libro de la
Vida”
(Ap.17,14),
los guiados por intereses humanos y toda clase de
espíritus inmundos.
Muchos
corrompidos, corruptos e inmorales, que son las aves
detestables.
Será el momento de mayor corrupción aquél en el que la
“Ramera” reaparecerá.
Esta situación coincide con la
lucha que lideran “los diez reyes”, que en su obstinación
van incluso en contra del
Cordero. Pero
como se dijo entonces: “El Cordero como es Señor de señores
y Rey de reyes los vencerá en unión de los suyos, los
llamados y elegidos y fieles”.
Ahora este versículo lo está verificando (Ap.17,8).
Porque
del vino de sus prostituciones han bebido todas las
naciones, y los reyes de la tierra han fornicado con ella, y
los mercaderes de la tierra se han enriquecido, con su lujo
desenfrenado” (Ap.18,3).
Prostituir a la Verdad, el Amor y la Vida que Cristo vino a darnos
por lo que ella ha ido añadiendo y comiendo, es la gran
prostitución. Jesús dijo: "El cielo y la tierra pasarán,
pero mis palabras no pasarán"
(Lc.21, 33).
Y los
mercaderes de los que se habla aquí lo son en
sentido espiritual,
pero en la realidad natural también se ven reflejadas sus
riquezas, su lujo,
que ven todos los demás.
Todo ello no es lo que Dios quiere para su amado
pueblo, y llama a todos a que salgan de ella.




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