¡Cayó La Gran Babilonia!

Alegría en el Cielo por la Luz en Babilonia
Desaparición de la Gran Ciudad

Alégrate por ella, cielo, y vosotros, los santos, los
apóstoles y los profetas, porque al condenarla a ella, Dios
ha juzgado vuestra causa (Ap.18, 20).

Los mártires pedían justicia
(Ap.
6,10)
cuando el Cordero abría el quinto sello. Ahora se hace la
justicia y se alegran todos.
Un
ángel poderoso alzó entonces una piedra, como una rueda de
molino, y la arrojó al mar diciendo: “Así, de golpe, será
arrojada Babilonia, la Gran Ciudad, y no
aparecerá ya más”… (Ap.18, 21).
El ángel levanta en alto la
rueda de molino
símbolo de la “Ramera” para que sea vista por todos.
La rueda de molino
simboliza el trabajo continuo, rutinario, que se hacía
en ella, todo lo que se ha explicado ya en este capítulo. Y
una vez que todos la hayan mirado, el ángel la arroja al mar
y por su propio peso ya no aparecerá más. Será el fin
definitivo de
Babilonia, la Gran Ciudad. Y al
caer, ella, queda libertada
la Iglesia de Dios. Y no se dará más en la
“Ramera”
el fuego del cielo (del que se habla en la característica nº
5, pág. 175).
Y la
música de los citaritas y cantores, de los flautistas y
trompetas, no se oirá más en ti; artífice de arte alguno no
se oirá más en ti; la voz de la rueda de molino no se oirá
más en ti (Ap.18, 22).
Música
es la armonía de la vida interior que fluye de la unión
mística con Dios, en la que la alabanza y adoración es una
constante; es
la Vida en la entrega e interrelación más
pura con Dios, la Vida en el Amor.
Ella interceptó esa libertad.
Y la
voz de la rueda de molino
es la continua repetición del “trabajo” que habría de
hacerse según ella, para salvarse. La voz que
ya no se oirá más en
ella que habrá desaparecido.
La
luz de la lámpara no lucirá más en ti; la voz del novio y de
la novia no se oirá más en ti. Porque tus mercaderes eran
los magnates de la tierra, porque con tus hechicerías se
extraviaron todas las naciones... (Ap.18, 23).
Cada
uno puede ser lámpara,
porque sea instrumento de
la Luz
de Dios, de
la Palabra, para que llegue a otros, si
vive en Él. La "Ramera",
ya no podrá ser
lámpara,
instrumento de la Palabra.
La que se había
llamado la
novia, no es la
novia. Dios llama a eso abominación porque
la novia del
Cordero no puede ser “Ramera”. Ella había adulterado la Verdad,
y apartó con ello a muchos de
la Vida que Jesús nos dejó como modelo para
la salvación, lo que hizo a muchos perderse.
Sus
hechicerías,
es todo aquello que ella había hecho y que nos había
seducido para verla como verdadera, grande, perfecta,
modelo. Esas
hechicerías también
extraviaron a todas
las naciones, a aquéllas religiones, que la imitaron
haciendo que sus seguidores fueran igualmente guiados bajo
autoridad y criterios humanos, acatando incondicionalmente
su dirección y, que conformándose con ello, no buscaran en
el Amor la obediencia directa a Dios a través de la búsqueda
de la Verdad en su interior, a la
luz de la
Palabra, para así ser guiados por el
Espíritu Santo y servir a Dios por encima de todo.
Sus hechicerías
trajeron consecuencias horribles:
Y
en ella fue hallada la
sangre de los profetas y de los santos y de todos los
degollados de la tierra (Ap.18, 24).
La
sangre de los profetas y de los mártires
es de
lo que ella alardeaba y presentaba como si fuera de su
propiedad. Era “la mujer vestida de escarlata, sentada sobre
una Bestia”… (Ap.17,3).
Pero aquí es
la sangre de los profetas, porque aquéllos a los que
Dios ha hablado para proclamar
la Verdad
a su pueblo,
ella los había anulado, acallado su voz, la voz con la que
el Señor ha querido tantas veces guiar a su pueblo. Con la
quinta trompeta se habla de los profetas que callan. Se dice
textualmente: “Cuando hayan terminado de dar testimonio, la Bestia que surge del abismo
les hará la guerra, los vencerá y los matará” (Ap.11,7).
Esto está profetizando que habrá
aún lucha, y alertando a los profetas de Dios para que no
callen en esta
hora difícil en que reaparecerá la “Ramera”.
Y
todos los degollados
son los que buscando a Dios, y tratando de entregar más
su vida a Él, se entregaron a ella. Y entonces ella frenó,
estranguló en ellos esa Vida en Dios.
El capítulo siguiente nos dice que habrá cantos de aleluya
en el cielo porque Dios
ha juzgado a la Gran Ramera.





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